Los trece martes a San Antonio

Indulgencia Plenaria: El Papa León XIII concedió el 1 de marzo de 1898 indulgencia plenaria para cada uno de los Trece martes o domingos consecutivos, en los cuales los devotos reciban los Sacramentos y practiquen algún ejercicio piadoso en honor al Santo o den alguna limosna para los pobres.

ORACIÓN INICIAL para cada martes:

Postrado a vuestros pies, oh amantísimo protector mío San Antonio, os ofrezco el piadoso ejercicio que voy a practicar para que me alcancéis del Señor el perdón de mis pecados, las virtudes propias de mi estado, la perseverancia final y la gracia especial que solicito con esta devoción. Más si ésta no me conviniese, obtenedme una perfecta conformidad en el divino beneplácito. Amén.

Sugerencia: haz cada día hasta el martes siguiente, algún acto de conformidad con la voluntad de Dios, en las adversidades que te sobrevengan.

Al final de cada consideración, rezar un padrenuestro, avemaría y gloria y terminar con el responsorio.

Puedes apoyar tu oración de cada martes encendiendo una vela:

Consideraciones para cada martes:

MARTES 1º: LA CARIDAD. ¡Oh, llama de amor hacia Dios y el prójimo, San Antonio! Compadeceos de mi frialdad en el servicio de Dios y de mis hermanos, y alcanzadme la virtud de la caridad, con la cual pueda lograr todos los bienes temporales y eternos.

MARTES 2º: GOZO ESPIRITUAL. ¡Oh, fidelísimo observador de los divinos preceptos y de la Regla Seráfica, San Antonio! Otorgadme el gozo espiritual en el cumplimiento de mis deberes y seré feliz en este mundo y en el otro.

MARTES 3º: LA PAZ. ¡Oh, pacificador de pueblos y ciudades, San Antonio! Conseguid para mí y para los míos la paz, que vino a traer Jesús a la tierra, y que me otorgue en esta y en la otra vida los derechos de hijo de Dios.

MARTES 4º: LA PACIENCIA. ¡Oh, sacrificado siervo del Altísimo, San Antonio! Conseguidme por vuestros ruegos la paciencia que necesito para llevar la cruz de mis obligaciones, la cual me abra las puertas del cielo.

MARTES 5º: LA LONGANIMIDAD. ¡Oh, generoso abogado de los pobres, San Antonio! Haced que yo me enamore de la longanimidad para merecer de Dios mayores gracias y mercedes y obtener la eterna felicidad

MARTES 6º: LA BONDAD. ¡Oh, dadivoso bienhechor, San Antonio! Dignaos extender la dulce virtud de la bondad hacia mí, para que no me contente con la justicia aparente, sino que sea bueno de verdad ante Dios y los hombres, según El desea.

MARTES 7º: LA BENIGNIDAD. ¡Oh, soberano y suavísimo San Antonio! Alcanzadme una santa benignidad para con mis prójimos, a fin de que no quiera otras armas contra mis enemigos más que orar por ellos y hacerlos bien.

MARTES 8º: LA MANSEDUMBRE. ¡Oh, humilde y afabilísimo San Antonio! Obtenedme por vuestros méritos aquella mansedumbre que aun a los malos cautiva, y que logre con ella salvarme acompañado de muchos.

MARTES 9º: LA FE. ¡Oh, defensor de la Iglesia y martillo de los herejes, San Antonio! Fortificad en mí más y más la fe, para que goce de sus beneficios incomparables en el tiempo y en la eternidad.

MARTES 10º: LA MODESTIA. ¡Oh, modelo perfectísimo de honestidad, San Antonio! Alcanzadme la modestia, circunspección y recato en obras y palabras, para que pueda y sepa oponerme a las pompas y vanidades que renuncié en mi bautismo.

MARTES 11º: LA CONTINENCIA. ¡Oh virginal amador de Jesús, San Antonio! Suplicad para mí la gracia de la continencia en todas las cosas exteriores referentes a los placeres, honras y riquezas, para que prepare a Cristo digna morada en mi corazón.

MARTES 12º: LA CASTIDAD. ¡Oh, lirio de pureza, San Antonio! Tened compasión de mí, para que, a pesar de las dificultades que me rodean, guarde la castidad según mi estado y logre ver a Dios en el cielo.

MARTES 13º. ¡Oh, árbol frondoso de virtudes, San Antonio! Sazonad en mí los frutos del Espíritu Santo que en estas trece semanas os he pedido, a fin de que agraden a Dios Nuestro Señor mis obras, y por ellas y su gracia me dé la gloria.

Responsorio de San Antonio

Cuando te encuentres en peligro, se te haya extraviado algo, estés en necesidad o tengas dificultades en la vida… acude al “Santo de los milagros” y una o más veces repite su responsorio:

Si buscas milagros, mira
muerte y error desterrados,
miseria y demonio huidos,
leprosos y enfermos sanos.

El mar sosiega su ira,
redímense encarcelados,
miembros y bienes perdidos
recobran mozos y ancianos.

El peligro se retira,
los pobres van remediados;
cuéntenlo los socorridos,
díganlo los paduanos.

El mar sosiega su ira...

Gloria al Padre,
al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en un principio, ahora y
siempre por los siglos de los siglos. Amén

El mar sosiega su ira...

Ruega a Cristo por nosotros,
Antonio glorioso y santo,
para que dignos así
de sus promesas seamos. Amén.

Oración

Haced, ¡oh, Señor!, que la intercesión de vuestro confesor y doctor San Antonio llene de alegría a vuestra Iglesia, para que siempre sea protegida por los auxilios espìrituales y merezca alcanzar los eternos goces. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Cinco minutos en compañía de San Antonio

Mucho tiempo hace que yo te esperaba, porque conozco las necesidades en que te encuentras y cuyo socorro deseas obtener del Señor por mi intercesión. Estoy pronto a dispensártelo; manifiéstame sinceramente lo que necesitas, franquéame tu corazón afligido; yo derramaré sobre él una gota del bálsamo celestial, que cure todas tus llagas y haga desaparecer tus dolores.

¡Pobre amigo mío! ¡cuántas son tus adversidades, tribulaciones e indigencias, así del cuerpo como del alma! ¿No es verdad que deseas mi auxilio para llevar a feliz término aquel asunto…? ¿para salir airoso de aquel pleito…? ¿para encontrar aquella cosa perdida…? ¿para recobrar aquellos intereses…? ¿precaver aquel mal que te amenaza…? ¿para conseguir aquel bien que deseas…? ¿para restituir la paz en la familia…? ¿o en aquella otra en donde sabes que ha echado raíces la cizaña de la discordia…? ¿para impetrar el dolor de los pecados para ti y para aquellas otras personas…? ¿para alcanzar las virtudes cristianas…? ¿para librarte a ti y a aquellos tus amigos del peligro del pecado…? ¿para aliviar a tales o cuales almas allegadas de las penas del purgatorio…?

Manifiéstame, manifiéstame, hijo mío, con entera confianza tus deseos. Prontísimo estoy a escuchar tus súplicas, con tal que no sean contra tu bien espiritual. Mas en cambio de mi generosa protección, te voy a pedir una insignificante muestra de agradecimiento. Si me quieres hallar siempre propicio, sé más asiduo en la recepción de los Santos Sacramentos, más devoto de la Pasión del Señor y de nuestra amantísima Madre María, más amante de los pobres y de las almas del purgatorio; pues has de saber que nada niego cuando se me pide mediante alguna ofrenda material para los primeros o espiritual para las segundas.

Has de tener, en suma, una voluntad pronta y decidida, no sólo para ser buen cristiano, sino aún para seguir la divina vocación si te llama a estado más perfecto.

Para pedir un favor a San Antonio

¡Oh, admirable San Antonio, glorioso por los grandes milagros realizados, que merecistéis tener en vuestros brazos al Niño Jesús; obtenedme de su bondad la gracia que ardientemente deseo. Vos, que fuistéis tan misericordioso con los pecadores, no miréis mis pecados, sino la gloria de Dios, que será una vez más ensalzada por vos, y a la salvación de mi alma, unida a la súplica que ahora solicito con tanto anhelo.

Séaos prenda de mi gratitud la promesa de una vida más conforme con las enseñanzas evangélicas y consagrada al alivio de los pobres de vos tan amados.

Bendecid mi promesa y alcanzadme la perseverancia hasta la muerte. Así sea.

San Antonio tuvo una gran devoción a la Santísima Virgen. Dedicó varios sermones a ensalzar y cantar sus glorias. En los momentos de necesidad le gustaba invocarla con el salmo: “¡Oh gloriosa Señora, excelsa sobre las estrellas… Lo que nos quitó la infausta Eva, lo restituyes con tu divino Hijo. Para que los desventurados entren en la gloria, eres la entrada del cielo. Tú eres la puerta del gran Rey, la brillante puerta de la luz...”

Por ello incluimos en este devocionario de San Antonio la piadosa práctica del Mes de Mayo: una flor para cada día, recopilada por el Padre Francisco Palau, en formacioncatolica.org

 

Flores del mes de María

Día 1: La rosa común – La virtud: La Caridad

Reconocemos y proclamamos a la rosa por la reina de las flores. Le toca la corona por derecho de naturaleza. Reúne en sí las más bellas cualidades de una flor. Es bella y hermosa, es de una fragancia suave, agradable y deleitable en sus especies.

Por todas estas propiedades que la distinguen, merece que la pongamos en el centro de todos nuestros ramilletes, y la reconozcamos como reina de todas las flores del mes de mayo.

En el jardín de la iglesia todas las virtudes han proclamado por su reina a la caridad.

Día 2: La rosa del mes de mayo – La Caridad: amor de Dios

Se divide la rosa en varias especies. La que florece en el mes de mayo, y es propia de esta estación, es la que reúne en sí más cualidades de una verdadera flor. Fragancia, belleza, abundancia y variedad.

Dice la ley, amarás a Dios de todo tu corazón, de toda tu alma y con la plenitud de todas tus fuerzas. ¿Qué cosa es este amor?… Busquemos en el jardín de Dios está fragantísima y hermosísima flor. El amor está en Dios como un fuego inmenso en su propio foco y elemento.

Día 3: Rosa guirnalda – La Caridad: amor hacia el prójimo

Es pequeñita, es verdad, pero encierra en su capullo ciento cincuenta hojas, y explota en ramilletes de veinte y más flores juntas, y se nos presenta este rosal adornado con tal abundancia de ramilletes, que sorprende y roba la vista del que le contempla.

El amor de nosotros mismos y de los prójimos es producido por el amor de Dios, depende de éste y procede de aquí. El rosal guirnalda, no pudiendo subsistir ni tenerse en pie por sí solo, corre el círculo del amor verdadero, puro, santo, casto, cual es el que está en Dios, y procede de Dios hacia nosotros, y de aquí se extiende, dentro del mismo círculo, hacia nuestros semejantes y a cuántas cosas están a nuestra vista, y a nuestro servicio y uso.

Día 4: La yerba buena o la yerba sana – La misericordia

Entre otras muchas especies de rosas que en esta estación embellecen nuestros jardines, está la rosa guirnalda. Es pequeñita, es verdad, pero encierra en su capullo ciento cincuenta hojas, y explota en ramilletes de veinte y más flores juntas, y se nos presenta este rosal adornado con tal abundancia de ramilletes, que sorprende y roba la vista del que le contempla.

El amor de nosotros mismos y de los prójimos es producido por el amor de Dios, depende de éste y procede de aquí. El rosal guirnalda, no pudiendo subsistir ni tenerse en pie por sí solo, corre el círculo del amor verdadero, puro, santo, casto, cual es el que está en Dios, y procede de Dios hacia nosotros, y de aquí se extiende, dentro del mismo círculo, hacia nuestros semejantes y a cuántas cosas están a nuestra vista, y a nuestro servicio y uso.

Día 5: La amapola – La beneficencia y las catorce obras de misericordia

La amapola excede hasta a la misma rosa en hermosura y en variedad de colores: tiene, desde el blanco más puro hasta el carmesí más encendido, graduación admirable. Pero le falta el olor; mas no importa: las perfecciones están repartidas y divididas entre las diferentes especies que adornan nuestros jardines. Es semejante y tan semejante a la más bella de todas las rosas, que, puesta a su lado y mezclada en ramillete con ellas, se confunde a la vista y rivaliza en brillantez con ella.

La caridad tiene, además de la misericordia, otra hija, y es la beneficencia. No nos basta la buena voluntad, no nos basta un corazón que compadezca las miserias ajenas; la caridad es obras, y éstas en su terreno son guiadas por la beneficencia. Las obras de misericordia son catorce: las siete miran las necesidades corporales, y las otras siete las espirituales de nuestros prójimos.

Día 6: El lirio – La fe católica

Después de las rosas toda la gran familia de los lirios ocupa en nuestros jardines un lugar muy preferente, y de ella tomamos el que sobresale a todos ellos. Este sube recto hacia el sol, e inclina su cabeza cuando éste pasa. Su color es blanco, cándido y puro, y su fragancia tan fuerte, que el exceso ofende casi a un olfato débil, poco capaz y enfermo.

El lirio es el emblema de la pureza del alma. Entiéndase por pureza, no la castidad, sino la que resulta de la unión del alma con su Dios. El alma es pura tanto más cuanto con mayor intensidad se une con la pureza misma, que es Dios, y fundándose esta unión en fe, esperanza y amor, la fe es el principio de su candidez: Fide purificans corda eorum.

Día 7: La flor del naranjo – La esperanza

En los países del Norte el naranjo es para los jardines una cosa muy rara, se conserva, pero para salvarle allí contra los hielos y fríos se necesita gran precaución. En países cálidos, el naranjo en mayo produce tal cantidad de flores y llena los jardines de perfumes tan aromáticos, que parece nos vuelve al paraíso de donde por la culpa fuimos desterrados. En esta estación un bosque de naranjos echa muy lejos su fragancia, porque da flores a gran escala.

La fe, la esperanza y la caridad son en el jardín de la Iglesia plantas las más nobles, las más excelentes y sublimes. Todas nuestras relaciones con Dios se fundan sobre ellas. La fe nos da de Él una idea o noticia pura y adecuada, y nos lo representa tal como es Él en sí. La presencia de Dios en nuestra alma por una fe pura produce la esperanza. Es la esperanza una virtud infusa en el alma que la dispone y mueve a esperar de Dios en esta vida los auxilios de la gracia y de los dones del Espíritu Santo, y en la otra, la vida eterna mediante nuestras buenas obras.

Día 8: Un ramillete de flores campestres y silvestres – Virtudes naturales

Hay en los campos, en los bosques y entre los peñascos en los montes, infinitas especies de flores, varias en colores y formas que, sin cuidado del hombre, nacen, crecen, explotan, se multiplican; y son la belleza, la hermosura, el ornato y el vestido de los prados, de los montes y de las campiñas. No hay una sola especie de éstas, por más pisada que sea de los animales, que no tenga un dote, una cualidad especial, además de las que son comunes a toda la raza vegetal.

Hay virtudes que recibimos de Dios como autor de la naturaleza: son dadas, y crecen en nosotros sin gran cuidado nuestro, porque por un don natural tenemos a ellas tendencia, inclinación, voluntad y amor. Y éstas son intelectuales y otras morales. Sin la caridad no son virtudes perfectas, lo son según el orden natural. No obstante, transportadas a un terreno cultivado, y formadas bajo la impresión de la caridad, reciben con la cultura un nuevo brillo.

Día 9: El girasol – La prudencia

El girasol sube recto hacia el cielo, se eleva sobre las demás flores, y en magnitud las excede a todas. Su figura se asemeja a la del sol: forma un círculo perfecto, y envía fuera de él sus hojas amarillas semejantes a los rayos de este rey de los astros. Si tuviera perfumes y fragancia, disputará a la rosa el cetro y la corona, por este defecto está privado de esta gloria.

Todas las virtudes morales han nombrado una reina que las gobierne, y la elección ha recaído en la prudencia. Pero como ésta reconoce por superiora suya a la caridad, ha tomado el título de virreina de todas las virtudes morales. El girasol es un emblema muy expresivo de esta virtud. Esta planta, que se eleva sobre las demás en nuestros jardines, mira siempre al Sol de justicia y le sigue doquiera que vaya; se inclina a su presencia, toma de él sus luces y consejos y gobierna en la familia vegetal según un dictamen que es siempre recto.

Día 10: La azucena y la gran familia de los lirios – La justicia

La azucena, cardinal y jefe de todos los lirios, es una cabeza enterrada: produce una varita recta; saca su capullo y, al reventar, llena el jardín de una fragancia muy delicada y exquisita. Con ella forman familia varias especies de lirios de diferentes colores y perfumes.

Esta excelente virtud cardinal es figurada por todas las especies de flores que tienen cabeza, o puño y vara. Dar a cada uno lo que es debido, esto es justicia. Tiene por compañeras la religión, la oración, la piedad, la observancia, la obediencia, la gratitud, la veracidad, la liberalidad, y como partes esenciales, la justicia conmutativa y distributiva.

Día 11: Las francesillas – La religión

Las francesillas si bien no son plantas aromáticas, tienen gran estima y ocupan un lugar preferente en todos los jardines bien ordenados. A excepción del perfume, reúne muchas cualidades propias de una flor en grado muy alto: belleza y variedad en los colores, pequeña, pero muy apiñada en sus hojas.

Religión es una virtud por la que el hombre da al verdadero Dios el culto que le es debido… La devoción, la oración, las preces y súplicas, el canto de himnos y salmos, el sacrificio, las ofrendas y oblaciones, los juramentos, votos y promesas, nuestras funciones religiosas, la erección de templos y altares, todo esto pertenece a esta virtud: es religioso el que la tiene.

Día 12: Los pensamientos – La oración

Es una planta pequeña que embellece nuestros jardines. De entre sus hojas sale uno y más hilos guiados por sus botoncitos; revientan éstos y ofrecen a nuestra vista flores pequeñas, pero muy finas y singulares en su forma y color. No tienen olor, pero no todas las perfecciones han de estar reunidas en una flor: únanse a la rosa y las francesillas y otras compañeras suyas, y juntas formarán un hermoso compuesto.

Elevar a Dios nuestros pensamientos, esto es oración. Nuestra alma ha sido creada para contemplar, ver y mirar a Dios. Lo creado, lo visible y lo material ha sido puesto a nuestra vista para elevar nuestros pensamientos a Dios. Sin oración el hombre se envilece, se degrada, se materializa, y se hace peor que los jumentos. De las veinticuatro horas ¿no tenemos una destinada a ordenar los pensamientos y dirigir una mirada a Dios, a Dios que nos mira, a Dios que no nos olvida, a Dios que desde allá en su eternidad piensa en nosotros?

Día 13: El jazmín – La piedad

El jazmín sirve en nuestros jardines para vestir arcos, gaviones y casillas de campaña. Es en el verano una garantía para los ardores del sol. No sabe tenerse en pie y necesita quien le tienda su mano y le dirija, y si no, cae en tierra y se enreda entre las demás flores. Su flor pequeñita es de una fragancia muy fuerte y envía muy lejos sus perfumes.

Por esta virtud damos a nuestros padres el amor, el honor y el respeto que les es debido. Demos a nuestros padres gratitud, socorros y auxilios, amor y honor: es un tributo que se les debe por justicia. Un hijo fiel es para sus padres un hermoso y fresco jazmín, que les hace sombra en su vejez con la espesura de sus brazos y hojas; viste en el verano su tienda de campo, y mientras reposan allí de las penalidades y trabajos de su larga carrera, les conforta la exquisita fragancia que exhala de entre sus ramilletes de flores.

Día 14: La mayorana – La obediencia

Tenemos para este día una yerba que va entre pies. Se planta por los senderos de los jardines, y aunque sea a la vista despreciable, pero su olor es muy fino y fuerte, y si la pisan y la aplastan, es precisamente entonces que da su gran fragancia.

El que obedece está a los pies del que manda, recibe de él la presión, y cuanto más duro es el precepto, la mayorana despide y manifiesta más la fragancia de su fidelidad, de su humildad y de su sumisión. La obediencia es un tributo de sumisión que damos a los respectivos superiores, y es una virtud mediante la que nos rendimos y sujetamos a todos nuestros superiores, a cada uno dentro del círculo de su respectiva jurisdicción.

Día 15: El jacinto – La gratitud

El jacinto, el junquillo, las varas de san José, todo esto forma una misma familia; pertenece a los lirios. Por la noche y las mañanas dan un olor muy fino y fuerte. Tiene cabeza y varita como la justicia.

Debemos a todos nuestros benefactores gratitud. Esta virtud es una buena disposición de ánimo que nos mueve a dar muestras de agrado y de reconocimiento a todos aquellos de quienes recibimos un favor. Debemos gratitud a Dios, a su santísima Madre, a nuestros padres, a nuestros maestros y a todos los demás que nos favorecen en lo espiritual y material.

Día 16: Boca de lobo y némoras – La veracidad, la amistad o afabilidad y la liberalidad

Estas flores no tienen olor, pero embellecen el jardín, y juntas a las odoríferas, suplen lo que a éstas falta, y por lo mismo que no reúnen en sí todas las perfecciones de una flor, no sirven más que para adorno en nuestros ramilletes y jardines.

La veracidad es una virtud que consiste en presentarse delante de los hombres en dichos y hechos tal como uno es en sí. Se le opone la mentira y la hipocresía.

La afabilidad es una virtud por la que el hombre se conduce de un modo digno y decoroso con los demás en su trato y comunicación. La amistad es otra virtud de la justicia, por la que un amigo guarda para con el otro los secretos y las confidencias, lealtad y fidelidad. La liberalidad es una cualidad buena que mueve a guardar un justo medio entre la disipación de los bienes y su retención y acumulación.

Día 17: Los claveles – La fortaleza

Después de las rosas y lirios síguense entre las flores aromáticas los claveles. Son plantas muy comunes, fáciles en su cultivo, florecen en todas las estaciones del año; varias en sus colores, y abundan en sus productos. Su olor es de un gusto muy delicado.

La fortaleza es la tercera entre las virtudes cardinales. Tiene a su servicio la magnanimidad y la magnificencia, la paciencia y la perseverancia. Tiene en las batallas dos actos, que son: acometer y sostener hasta la muerte el terreno conquistado. Adelanta y no retrocede, hace guerra ofensiva y defensiva.

Día 18: Claveles en ramillete – La magnanimidad y la magnificencia

Entre las varias especies de clavelinas hay una que florece todas las estaciones del año, saca sus varitas rectas, produce sus tallos con una piña de botoncitos, y éstos, cuando revientan, forman un ramillete. Si bien no son tan grandes como otros de su especie, pero tienen el don de abrirse muchos a la vez en una misma piña: su olor es especial.

Ordenada la vida según Dios y en Dios, y sentado el orden, se ha de preparar el ánimo para dos actos, el uno es ejecutar lo que la ley manda, Dios inspira y la conciencia dicta, y el otro sostener con constancia y firmeza y con ánimo invicto, el orden puesto a nuestra vida en medio de las batallas, contradicciones y oposiciones que encuentra de todos lados la virtud; y estos actos pertenecen a la magnanimidad. Y en su ejecución necesitamos otra virtud, y es la magnificencia.

Día 19: Malva-rosa y la pasionaria – La paciencia

La pasionaria es una flor que se abre en mayo, y nos descubre la figura de una corona de espinas, cinco llagas, y tres clavos sobre una estrella de diez rayos y la hoja tiene el número siete; pero de por sí no puede formar ramillete porque le falta olor. La juntaremos con la malva-rosa, y la de olor con sus especies.

Puesto el hombre en marcha por el camino de la virtud, ha de sostenerse en medio de las pruebas, tribulaciones y contradicciones, firme, fuerte, leal, invariable. Sostener, aguantar, soportar y sufrir las penas y persecuciones que por causa de la virtud nos vienen, es cosa de la paciencia.

Día 20: Clavel color blanco salpicado carmesí y la zamba – La perseverancia

La zamba es una yerba cultivada en todos los jardines como odorífera y muy aromática. No tiene flor, pero unida a la familia de los claveles, los adorna, y éstos la embellecen a ella.

Si las penas y las contradicciones, que por causa de Dios y de la virtud nos vienen, son de larga duración; si continúan hasta la muerte, para perseverar en la presión de las pruebas hasta morir, necesitamos otra especial virtud perteneciente a la fortaleza y se llama perseverancia.

Día 21: La viola simple y sus hijas – La templanza

Entremos ahora a ver y a visitar en nuestros jardines otra familia muy rica y opulenta y muy distinguida en el mundo vegetal: es el alhelí, o viola. Unas hay simples y otras dobles: las primeras son las madres, porque producen la semilla. Las violas simples unas son doncellas y otras unidas o casadas.

La templanza es una virtud que modera las pasiones del hombre. Tiene por ayudas de cámara a la honestidad y a la vergüenza, o sea el pudor y el rubor: y por hijas, la abstinencia, la sobriedad, la castidad, la virginidad, la continencia, la clemencia y la modestia.

Día 22: La Viola morada simple y doble – La abstinencia y la sobriedad

El alhelí es una de las flores que se abren las primeras al acercarse la bella estación de la primavera; y si tiene buena tierra, estiércol, agua y buen clima, da una abundancia de flores fabulosas. No es delicada en el cultivo, y es muy varia en sus colores, los que sostiene siempre en sus especies en un mismo tinte.

Estas virtudes moderan al hombre en el comer y beber y se sostienen con el ayuno. Son atacadas por la gula y por la embriaguez. La abstinencia y la sobriedad van juntas. Plántese una al lado de otra, y tocándose sus hábitos en un mismo corazón, la una fecundizará a la otra, y doble y sencilla formarán un fragantísimo y bello ramillete.

Día 23: Violas simple y doble, color blanco – La castidad y la virginidad

El que contemple atentamente la viola blanca doble y la sencilla verá en la primera todas las cualidades de una verdadera flor, con la circunstancia de presentarse la primera abierta a nuestra vista. Cándida como la nieve, apiñadas sus flores en muchos ramos, abundante, duradera, no delicada, bella y de unos perfumes aromáticos muy gratos al olfato.

La viola blanca simple nos enseña la castidad, y la doble virginidad. La castidad sigue a todos los estados, considerada en sentido común, dentro de las reglas de la templanza. El soltero y soltera han de ser castos, como también el casado y la casada, el viudo y la viuda. La viola blanca doble tiene su castidad en la candidez de su flor: ésta es pura como la luz, blanca como un bollo de nieve: es virgen y madre.

Día 24: Tomillo, romaní, menta, desmayo – La penitencia

Se escogen para nuestros jardines ciertas plantas que sirven para adornarles con su verdura y perfumarles con su fragancia, tales son el tomillo, romaní y la menta. Son plantas odoríferas, aromáticas y medicinales. Entre ellas póngase el color morado de la flor desmayo y si no hay en todas éstas belleza bastante, únanse en el ramillete a su cardinal la viola y, si se quiere, con la reina de las flores la rosa, y tendremos una pieza completa en la gran guirnalda.

La penitencia en todos sus aspectos: el arrepentimiento de una falta, la flagelación y maceración de la carne con azotes y cilicios y con el látigo y el freno de los trabajos mecánicos respectivos a cada una de las artes, la mortificación de los sentidos, todo esto es representado por el tomillo, romaní, mentas y otras yerbas fuertes que, pisadas y comprimidas y plantadas en los senderos del jardín, dan su especial fragancia y son medicina del alma y del cuerpo.

Día 25: La yerba Luisa – La pobreza

Esta planta no tiene flor, ni en su ramaje pompa ni vanidad; pero su fragancia es muy fina y de un olor muy agudo y delicado; y además para la salud del cuerpo, tiene virtud especial. Aunque no tenga en sí la belleza de una flor, suple esta falta su principal que es la viola y la rosa.

Es una virtud la pobreza indispensable para que obre en nosotros la caridad. El amor de Dios vacía y limpia el alma de todo cuanto hay en ella que no sea Dios, y ese vicio, ese desprendimiento interior de toda cosa criada, es una virtud tan necesaria que sin ella la caridad no obra. Si al desprendimiento interior se une el exterior, y la renuncia de todos los bienes y riquezas del mundo, la pobreza toma una mayor perfección.

Día 26: La vainilla – La continencia

Esta planta llena todo el jardín de una fragancia muy fuerte; su flor no tiene belleza, pero sirve de adorno en los ramilletes y los perfuma. No puede tenerse en pie, necesita quien la sostenga.

La templanza, como virtud principal, modera, con la abstinencia y sobriedad, con la castidad y virginidad, con la penitencia y demás mortificaciones de la carne, las pasiones más fuertes del hombre: la continencia refrena las de orden inferior y tiene bajo sus órdenes, para conseguir este su objeto, la clemencia, la mansedumbre, la modestia, la humildad y la eutropelia. Depende la continencia de la templanza.

Día 27: Cariños de la reina y otras especies de malva – Clemencia y mansedumbre

Esta planta es una de las especies en que se divide la malva: su hoja es muy suave y dulce al tacto: su flor es muy pequeña y sin olor, pero tiene el color carmesí de los más encendidos y vivos y nos ofrece las flores en ramillete. Huye de los ardores del sol y ama los charcos de agua.

La clemencia modera, en cuanto es compatible con las leyes de la justicia, los rigores y la severidad de la pena; y la mansedumbre salva contra la ira la paz del corazón. Estas virtudes ablandan y calman, dulcifican y pacifican. La malva es una planta muy blanda y suavísima al tacto, y en sus especies perfuma con su fragancia y embellece con la variedad de sus flores nuestros jardines.

Día 28: La violeta – La modestia

La violeta es una flor que, si bien no viene en el mes de mayo, pero se nos anticipa para darnos noticia que se pasaron los hielos, se derritieron las nieves, y que está próxima la estación bella de la primavera.

Esta virtud, compañera de la templanza, mantiene en el ánimo su compostura interior y en el cuerpo, la exterior contra su tendencia a honores, glorias, dignidades, grandezas, ciencias, ornato exterior del cuerpo, gestos y movimientos en las diversiones lícitas.

Día 29: Alabaca – La humildad

Entre las plantas odoríficas que son estimadas y esmeradamente cultivadas en los jardines y terraplenes, la alabaca tiene la preferencia. Su flor no tiene estima, pero va adjunta a la viola morada y con ella forma ramillete.

La soberbia entumece y exalta al hombre y le coloca en un lugar que no le corresponde, pretendiendo hacerle pasar por lo contrario de lo que es y ostentando lo que no tiene. Para no perecer envenenado por el hálito pestífero de esta infernal cabeza, necesitamos una virtud que ponga freno a nuestros deseos y apetitos de honor, gloria, dignidad y grandeza mundana, sea material o espiritual, y ésta es la humildad.

Día 30: Las adormideras, espuelas y capuchinas – La eutropelia

Las adormideras, las espuelas, las capuchinas y otras muchísimas flores que dejamos para ponerlas adjuntas a las treinta especies ya indicadas, sirven para embellecer nuestros jardines con su variedad de colores y formas. Las adormideras son flores de primera magnitud, bellas por su forma y variedad de colores, y suben muy altas en sus tallos; pero cuidado que nadie las toque: no tienen olor.

La templanza ha de poner orden no sólo a los movimientos internos del ánimo, sino a los externos, como son todos los gestos del cuerpo, los saltos, los bailes y danzas, los juegos de gimnástica, modos, maneras y formas en el vestir. En todo esto se han de guardar las leyes de la decencia, del decoro, de la honestidad, del pudor y de la modestia y gravedad.

Día 31: La gran corona de todas las flores del mes de mayo: La corona de la gloria debida al mérito de las virtudes

Están ya en el círculo circunscrito por el dedo de Dios todas las flores del mes de mayo. Examinemos hoy nuestra obra y contemplémosla. ¿Hemos tenido algún descuido?

¿Hay en los campos y en los valles, en los montes y collados, en los prados y en las huertas, en nuestros jardines y terraplenes alguna de las flores de esta risueña estación que no embellezca, adorne, vista y perfume nuestra gran corona? Si la veis, si la encontráis, cogedla hoy y agregadla a uno de los treinta ramilletes que la cierran y completan.

La corona que ciñen los Santos en el cielo es debida y se les da en correspondencia a la que forman en la tierra sus virtudes. Las flores de esa corona son el emblema de nuestras virtudes. Todas están atadas al círculo de oro formado sobre nuestras cabezas por manos del supremo artífice, Dios, al anunciarnos la ley de gracia: amarás a Dios y amarás a tus prójimos.

(Tomado de la web: formacioncatolica.org)